Cuba está cambiando, se está transformando. Después de más de cincuenta años de bloqueo en el país, la isla caribeña vuelve a situarse en el mundo como compañera comercial de Estados Unidos y Europa. Esta vuelta de moneda hará más fácil los negocios con el país y, sin duda, el turismo se llevará el mayor impulso. Sin embargo, aunque los viajes a Cuba se hagan más accesibles y la isla se llene de turistas americanos, la globalización cambiará completamente esa esencia y espíritu cubano, esos resquicios de otra época que hacen que la isla caribeña sea un sello indispensable en el pasaporte de cualquier viajero.

Si este verano decides visitar Cuba puedes pensar en hacerlo de manera diferente, apoyando la cultura y el comercio local con un viaje sostenible que nos enseñe de verdad las maravillas de la isla. A parte de los mayores lugares turísticos puedes adentrarte en la Cuba profunda para descubrir sus encantos desconocidos. Con esto en mente, empieza nuestro viaje por la tierra de los «guajiros».

 

¿Hotel 5 Estrellas? No, gracias

Señor@s jugando a las cartas © vcheregati

¿Nos hemos vuelto locos? ¿Dónde vamos a dormir si no es en un hotel 5 estrellas? ¡Que no cunda el pánico! En Cuba existe un tipo de alojamiento diferente que te hace vivir la experiencia en el país de una manera más auténtica y que, además, ayuda a que nuestras vacaciones contribuyan con la economía local. Las casas particulares son precisamente eso: domicilios de familias cubanas autorizadas para acoger a turistas y extranjeros que harán que nos sintamos como parte de la vida y de la cultura cubana. Una pequeña ancla azul dibujada o colocada en la fachada identifica a este tipo de alojamiento.

Ya sea en La Habana, en Varadero, Cayo Largo, Trinidad, Baracoa, Santa Lucía o pueblos más pequeños como Viñales, este tipo de alojamiento son la alternativa sostenible para los que queremos sentirnos como en casa durante nuestras vacaciones. La mayoría de las casas ofrecen pensión completa y son una versión más familiar de los famosos Bed & Breakfast.

 

Un paseo por El Malecón y un ron en La Habana

Caminando por el casco viejo, Cuba ©Alistair Kitchen

Fito Páez canta que La Habana enamora y que su ron es el mejor del mundo. ¿Qué mejor manera para saber si es verdad que visitarla en primer lugar? La capital cubana tiene un centro histórico que parece haber sido creado para perderse. Vagar por las calles de La Habana Vieja sin rumbo es una obligación para cualquier visitante. Sus edificios, muchos de ellos medio derruidos, reflejan el sol con sus colores vistosos y el ritmo afro-cubano de la ciudad se respira en los graffitis de sus callejones, como en el Hamel. El tiempo parece haberse parado en La Habana y el mejor ejemplo de esto son los coches «nuevos» de los cincuenta que circulan por sus carreteras.

Durante el paseo es obligatorio hacer una parada en la casa del Conde Lombillo, en cuyo interior se encuentra el Café Bohemia, local que ha sido testigo de los últimos cien años de historia de Cuba. Este café abrió sus puertas en memoria de Ricardo Sáenz, «El Gallego», jefe de redacción y subdirector de la histórica revista Bohemia. Como curiosidad, sus cócteles y platos llevan el nombre de famosos periodistas, escritores y cineastas cubanos y, además, sirven una infinidad de mezclas a base de la bebida estrella de la ciudad, el ron.

Después de pasear por La Habana es imprescindible acercarse a la mar y dar un paseo por el conocido Malecón, el paseo de la playa más famoso de Cuba —e incluso del mundo—. Ocho kilómetros de paseo en el que podemos encontrarnos a músicos callejeros, artistas, poetas, escritores, filósofos y pescadores, todo ello con vistas al skyline de la ciudad y el océano.

 

Varadero, el paraíso a la cubana

Mercadillo ambulante en La Playa de Varaderos ©Emmanuel Huybrechts

No hay viaje a Cuba sin parada en Varadero, un pueblo con kilométricas playas cristalinas y, por suerte o por desgracia, lleno de turistas. Un par de días de sol, arena fina y rutas peculiares que visitar para relajarnos un poco.

Las mansiones de los antiguos colonos, convertidas en museos, son destinos muy famosos entre todos aquellos que quieren saber más sobre la historia cubana. Si lo que  pide el cuerpo en Varadero es un poco de aventura podemos optar por explorar las cuevas, los cayos y los bosques vírgenes de la zona —que no se encuentran en muchos lugares del mundo—. Además, los aficionados a las historias de la mafia pueden visitar los mismos complejos turísticos que frecuentó el famoso Al Capone.

 

El estilo campestre cubano en Viñales

Un día cualquiera en Viñales, Cuba

A poco más de hora y media de La Habana se encuentra la región de Pinar del Río, una zona rural en la que destacan el pueblo de Viñales y su parque natural. Toda la zona es verde y frondosa, llena de campesinos y agricultores, casi no hay coches —la gente se mueve en carros de caballos— y las plantaciones de tabaco y café son las protagonistas del paisaje. Por cierto, muchas de estas últimas se pueden visitar y son, sin duda, una excursión bastante peculiar y diferente.

Entre el paisaje llaman la atención las pequeñas casas de campo de colores y los ranchos al más puro estilo campestre. Es muy fácil encontrarse a personas, jóvenes y ancianos, sentados en los porches de las haciendas observando el vacío durante horas mientras se mecen en esas tradicionales mecedoras de madera y mimbre.

Viñales está rodeado por un parque natural —con el mismo nombre— considerado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco. Destacan su frondosa vegetación y sus formaciones montañosas (rocosas) denominadas mogotes, únicas en la zona. Precisamente es en un mogote donde se encuentra una de las atracciones más conocidas del parque, el Mural de la Prehistoria, un graffiti gigante pintado sobre la roca.

 

Los Cayos: Jutías, Levisa, Largo, Coco y Guillermo

Playa Sirenas, Cayo Largo © Paula Rizzi

Cualquier viaje por Cuba que se precie necesita unas paradas, aunque sean breves, en sus impresionantes cayos. La primera parada después de Viñales es Cayo Jutías —que dicen es una de las playas más hermosas de Cuba—. Se trata de una playa caribeña de película, poco masificada y muy natural, con aguas cristalinas y arena blanca a la que solo gana en espectacularidad Cayo Guillermo y su playa Pilar.

La verdad es que todos los cayos cubanos son lugares perfectos para desconectarse del mundo, bañarse en aguas transparentes y adentrarse en el paraíso en todo su esplendor —que no nos engañen, los mosquitos vienen en el pack paradisiaco así que no todo es perfecto—. Sin embargo, Cayo Levisa y Cayo Coco son los lugares perfectos si lo que buscamos es un poco de aventura, buceo y deportes acuáticos: existen una gran variedad de empresas que alquilan equipos y que organizan excursiones para conocer la fauna marina de la zona.  

 

Vive la historia en Bahía Cochinos

Bahia de Cochinos, Cuba ©Rinaldo Wurglitsch

Sin duda, los amantes de la historia tienen cabida en Cuba: Bahía Cochinos es una región imprescindible en cualquier visita a la isla, no solo por su valor histórico sino por sus playas. Girón y Larga son dos playas poco concurridas y bastante vírgenes de esta zona —en la primera tuvo lugar la famosa batalla de Bahía Cochinos—; por la poca profundidad de sus aguas podría decirse que asemejan a lagos o piscinas en mar abierto.

Muy cerquita de estas playas se encuentra el mayor atractivo de la zona: la Ciénaga de Zapata, un humedal en el que los amantes de los animales pueden observar aves exóticas y hasta cocodrilos y caimanes. Además, todo el camino que recorre Bahía Cochinos está señalizado con carteles antiguos que hacen referencia al intento de invasión de la zona y la victoria cubana en la revolución.

 

Ciego de Ávila y Camagüey: Cuba al 100%

Calle enseñando las casas vestidas en color pastel en la ciudad de Camagüey, Cuba.

Estas dos ciudades son de esas que no suelen encontrarse entre las imprescindibles guías turísticas pero que, sin duda, merecen la pena un alto en el camino. Los más destacable de ambas son sus centros históricos, llenos de monumentos a la revolución cubana, con edificios bajos y fachadas de colores llamativos.

Ciego de Ávila es una ciudad antigua bastante pequeña, congelada en el pasado, en la que nos podemos perder una tarde para descubrir pequeños restaurantes tradicionales, tabernas con encanto, recuerdos de la revolución y música en cada rincón. Camagüey, en cambio, es una ciudad más moderna y desarrollada, con un centro histórico proclamado Patrimonio de la Humanidad y con un sinfín de restaurantes de comida casera subvencionados por el estado, es decir, con platos deliciosos como Ropa Vieja o Moros y Cristianos a precios mínimos.

 

Si estás convecido, te dejamos más información en nuestra página donde podrás ver cuando sale mas barato viajar a Cuba y los precios medios de los productos básicos en comparación con México. Además te dejamos unos consejos de como preparar la maleta  y consejos para conocer a gente local mientras viajas.

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