Es difícil catalogar a las Islas Canarias como un destino alternativo. Y aunque jamás las hayas visitado ya sabes de qué van: playas superpobladas, hoteles resort y trampas para turistas. Sin embargo, como sucede con la mayoría de los lugares, Lanzarote tiene lados ocultos y menos explorados, puntos sólo conocidos por los residentes locales. ¡Hasta ahora!

Hemos colaborado con la experimentada escritora de viajes y experta en destinos Andrea Montgomery; juntos hemos preparado una serie de cinco partes donde revelamos los tesoros ocultos de estas islas paradisíacas. Andrea reside en las Islas Canarias, y es una especialista en caminatas y cenas que se salen del sendero tradicional. Uno puede seguir sus excursiones en  Buzztrips, su sitio web.

En esta ocasión exploramos la hermana deportista de las Islas Canarias: : Lanzarote. Tierra de fuego y viñedos, la apariencia de Lanzarote ha sido moldeada por dos grandes influencias a lo largo de su formación: la erupción volcánica más prolongada de la historia y el hijo consentido de la isla, César Manrique.

Una isla nacida del fuego

El paisaje actual de Lanzarote es consecuencia de un incidente esencial: la erupción volcánica más prolongada de la historia

Lejos del frondoso verdor de las Islas Canarias occidentales la belleza de Lanzarote es austera y árida, un panorama caleidoscópico de conos volcánicos varados en un vasto lago de lava. Pero no siempre fue así.

Detente justo en el centro del Parque Nacional Timanfaya e intenta imaginar que la tierra que se extiende a tu alrededor alguna vez fue verde y fértil, decorada por un gentil mar de puntas de cereales mecidas por la brisa. Esta imagen parece imposible, sin embargo así lucía la isla cuando fue habitada por los Genoveses a principios del siglo XIV y continúo con este aspecto hasta el 1 de Septiembre de 1730.

En ese día fatídico la tierra cercana a Timanfaya se abrió y un cono volcánico incandescente surgió de sus entrañas. Se desencadenó entonces la erupción más larga de la historia. Durante los siguientes seis años el sol quedó borrado detrás de las cenizas volcánicas y la tierra sofocada por la hirviente lava. Cuando las erupciones finalmente se apaciguaron en 1736 Lanzarote había perdido 11 aldeas, 420 hogares y un cuarto de su superficie estaba cubierta por precipitaciones volcánicas.

Hoy en día el fuego sigue bramando a 600°C debajo del Parque Nacional Timanfaya, donde los arbustos secos padecen combustiones espontáneas y el agua se transforma instantáneamente en vapor. Este fuego interno es el corazón ardiente del restaurante adecuadamente bautizado como El Diablo, donde se asan carnes en un pozo, taladrado profundamente en la tierra.

Aunque el parque Timanfaya es el destino turístico más popular de la isla, existen controles estrictos para proteger su sobresaliente paisaje, donde una sola huella puede permanecer visible por años.

César Manrique

Jameos del Agua por el hijo predilecto de las islas, César Manrique © ikerlaes

Nadie ha entendido la frágil belleza de Lanzarote y la necesidad de asegurar su futuro mejor que César Manrique. Este hombre es en gran medida responsable del aspecto actual de Lanzarote. Nacido en Arrecife, la capital de la isla, Manrique se consideraba primordialmente a sí mismo como un artista. Él fue un consumado arquitecto, escultor y ambientalista que veía su isla nativa como uno de los lugares más hermosos del planeta y se propuso asegurar su preservación.

Colaborando laboralmente con el gobierno de la isla, defendió la necesidad de trabajar con la naturaleza en lugar de ir en su contra. Recomendó que todas las construcciones utilizaran piedra volcánica natural y madera, fueran de poca altura y estuvieran pintadas de un tono blanco para mantener el equilibrio con el paisaje.

Manrique creó una serie de extraordinarias instalaciones que muestran sus huellas por toda la isla. La más famosa se encuentra en Taro de Tahiche, la casa que creó para sí mismo en 1968. Moldeada por cinco burbujas volcánicas ubicadas debajo de la superficie de la tierra, encarna todos los elementos del diseño por el que se le reconoce hoy en día. Actualmente la construcción es el hogar de la Fundación César Manrique y atrae hordas de visitantes.

Asómate por los "ojos" de la ventana hacia el Mirador del Río

Asómate por los “ojos” de la ventana hacia el Mirador del Río © Dario Garavini

Otro tesoro predilecto producto de la creatividad de Manrique es Jameos del Agua, un sistema de cuevas volcánicas formado por las erupciones de antaño. Ahí, además de un auditorio, piscina y restaurante, podrás encontrar una gruta y el hermoso jardín que la adorna luciendo un lago de color zafiro, hogar de los cangrejos ciegos-albinos.

Imperdible en la lista Manrique es el Mirador del Río, una mezcla destacada de diseño artístico y arquitectónico. Labrado en el rostro del Risco de Famara, sus ojos/ventana miran hacia la pequeña isla La Graciosa y el tramo de agua que separa estas dos islas conocido como El Río.

La capital deportiva de las Islas Canarias

Atletas eufóricos en el pódium después de terminar el Maratón Internacional de Lanzarote © saaaraaah.noemi

La legacía de sustentabilidad de Manrique se ha infiltrado al tejido de Lanzarote, que más que cualquier otra isla usa su entorno natural para promover el ecoturismo, especialmente en el mundo de los deportes. Su clima árido, más las abundantes horas de sol y vientos prevalecientes proveen el terreno perfecto para entrenamientos invernales para atletas de primer nivel. Uno no logra desplazarse por la isla sin divisar corredores en licras, surfistas y ciclistas.

Un destino favorito para quienes se someten a los rigores del triatlón, Lanzarote es el hogar de la extenuante competencia Iron Man, debido a las exigentes condiciones del terreno. Para los ciclistas Lanzarote ofrece 205 km de rutas que van desde tramos planos y extensos hasta la desafiante Tabayesco, una subida de 10 km hacia el Mirador ubicado en Haría.

Lanzarote cuenta con más de 200 km de rutas para ciclismo, perfectas para todos los niveles © Hotel Costa Calero – Talaso & Spa

El oleaje Noratlántico junto con las obstrucciones de arrecife de clase mundial, crean condiciones excelentes para surfistas experimentados en las playas al norte de la isla, mientras que las consistentes olas en la espectacular Famara son ideales para principiantes. Con marzo llegan los vientos alisios y las condiciones adecuadas para hacer windsurf y kiteboard. La suma de estas características le han otorgado a Lanzarote el apodo de “el Hawái de Europa”.

Con un calendario aderezado con eventos deportivos que van de duatlones, triatlones, maratones, a competencias de surf y de nado (por ejemplo la contienda El Río donde se nada el tramo que separa La Graciosa de Lanzarote); el corazón de esta isla late al ritmo del ejercicio cardiovascular, haciendo de Lanzarote la capital deportista de las Canarias.

Vino Malvasía

No es un viñedo regular

Si tienes la ambición de producir vinos de la más alta calidad, el último lugar que considerarías es una isla yerma cerca de la costa Africana que cuenta con poca lluvia, una buena cantidad de vientos persistentes y capas de ceniza volcánica. Sin embargo el vino Malvasía de Lanzarote, conocido como la “esencia del volcán”, es uno de los recurrentes ganadores en competencias internacionales.

La negra ceniza volcánica que cubre gran parte de la superficie de la isla funciona como una esponja natural, atrayendo la humedad de los vientos pasajeros y atrapándola debajo de su superficie impermeable. Primero se construye un foso donde se planta la viña, luego se construye un muro semicircular de piedra a nivel del suelo para proteger el brote de los constantes vientos, y al final se extiende una capa de ceniza volcánica por todo el foso para atraer y atrapar la humedad.

La joven vid tiene que extenderse hacia las profundidades para encontrar los minerales de la tierra, obligándose a crecer fuerte. Las uvas yacen sobre la superficie de ceniza donde recaban la “esencia del volcán”, mientras que las largas jornadas de luz solar producen altos niveles de azúcar. El resultado es una uva de sabor dulce, intenso y mineral que produce el sublime Malvasía Seco, reconocido por su tono verde, un aroma mineral y cítrico y su equilibrio general.

Existen 17 bodegas (viñedos) en Lanzarote, así que no hay escasez de lugares para disfrutar de una cata y aprender más acerca de la variedad de uvas que crecen en esta isla. Bodega El Grifo en San Bartolomé es la bodega más antigua de las Islas Canarias, fundada allá en 1775. Puedes hacer un tour por el viñedo, visitar el museo del vino y probar hasta seis de sus vinos, acompañados por un plato de quesos, por $315 pesos para dos personas.

El vino Malvasía de Lanzarote sabe aún mejor cuando acompañado por los productos locales y frescos de isla, sobre todo si se preparan y presentan de maneras exquisitas. Puedes encontrar algunas fabulosas experiencias culinarias en La Tegala en Yaiza y en el también excelente Lilium en Arrecife. ¡Buen provecho!

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