El vuelo más largo del mundo es el de la compañía Qantas que cubre el trayecto de Sídney a Dallas Fort Worth. Tarda exactamente 16 horas y 55 minutos, mucho tiempo para estar sentado sin moverse. Si además agrégale que viajas con extraños y que estás atrapado en un espacio relativamente pequeño, la idea de realizar un vuelo largo no resulta muy atrayente. Pero por desgracia, es la única forma realista de ir de un punto A a un punto B, así que la mayoría de las veces no te queda de otra más que volar.

Sin embargo existen trucos para sobrevivir a un vuelo transatlántico, donde cada detalle tiene su importancia: desde lo que haces hasta lo que llevas puesto para el vuelo (si empacas bien tus maletas, las horas de vuelo no se te harán tan pesadas). Lee nuestros consejos y descubre los mejores trucos para sobrellevar los vuelos largos o vuelos trasatlánticos.

1. Lo obvio

Si tienes este asiento, no te importará que el vuelo dure horas y horas

¡Viaja en primera clase! Gástate el dinero y compra un boleto de primera clase. Con un boleto de primera clase tendrás más espacio, comerás mejor y podrás convertir tu asiento en una cama… Seguro que así sobrellevas mejor el vuelo largo y puede que hasta lo disfrutes. Es más, puede que incluso consigas dormir de verdad y llegues más fresco que una lechuga a tu destino.

2. Compra con inteligencia

Si al final optas por comprar un boleto normal (o no consigues que te lo mejoren), piensa antes de elegir asiento.

Si te sientas en la salida de emergencia, tendrás más espacio para las piernas, sí, pero no podrás dejar ahí el equipaje de mano (al menos al despegar y aterrizar, ya que la salida debe quedar despejada). Muchas compañías aéreas utilizan los asientos de la salida de emergencia para las cunas de los bebés, por lo tanto, puede que te toque compartir tu preciado espacio con algún bebé. Si escoges un asiento al fondo del avión, tendrás fácil acceso a la zona trasera y podrás estirar las piernas mientras socializas con la tripulación (¡si es que tienen tiempo para platicar!). Sin embargo ten en cuenta que al estar atrás, el ruido de los motores se oye más.

Si viajas con tu pareja, el mejor truco es escoger el asiento de la ventanilla y el del pasillo. La probabilidad de que alguien reserve el asiento de en medio es muy baja, a menos que el vuelo esté completo. De todas formas, si alguien ha reservado ese asiento, seguro que estará encantado de cambiarlo por el de la ventanilla o el del pasillo.

3. Vístete de forma adecuada

La época en que la gente se vestía elegante para volar ya pasó. Hoy en día todo el mundo vuela, así que deja de preocuparte por lo que piensan los demás y… empieza a preocuparte por ir más cómodo.
Normalmente nos vestimos fijándonos en dos cosas: desde dónde volamos y hacia donde volamos. Sin embargo, todos sabemos que los aviones tienen a veces un microclima, y eso complica las cosas. Entonces ¿qué me pongo? La respuesta es sencilla: lleva capas. Ponte ropa cómoda y en varias capas que te puedas poner o quitar, dependiendo de la temperatura.
No te olvides de meter en la maleta de mano un cambio de ropa para que te puedas cambiar y sentirte limpio. Con llevar ropa interior y una camiseta de repuesto bastará. Otra opción es llevarte una pijama en la maleta y cambiarte cuando subas al avión.

4. Bebidas

Algo sencillo y sin complicaciones: lleva agua (recuerda, cómprala después de pasar el control de seguridad). Mete un par de botellas en las bolsas laterales de tu nueva y bonita maleta de mano, mete otra botella adentro y lleva otra botella en la mano. Sí, en el avión te dan agua gratis, pero te la dan en vasos que parecen dedales y te toca esperar hasta que la tripulación te la traiga.

La humedad durante un vuelo baja hasta 20 %, lo normal en una casa, por ejemplo, es que sea de un 30 %. Tu cuerpo se puede resentir al menos que lo rehidrates con H2O. La cafeína y el alcohol solo conseguirán que te deshidrates más, pero como vas a estar de vacaciones, igual te resulta difícil resistirte a esa bebida gratis que te ofrecen en el avión. No te culpamos, tómatela tranquilamente. Pero eso sí, antes de dormirte, tomate un par de vasos de agua. Verás qué bien te sientes cuando te despiertes.

5. Qué comer

Ocurre algo muy chistoso cuando vuelas. La combinación de la baja humedad y la baja presión hace que la sensibilidad de tus papilas gustativas se reduzca un 30 %. Si a eso le agregas que tu capacidad olfativa también es menor, pocas esperanzas te quedan para disfrutar de la comida. Las compañías aéreas hacen todo lo posible para contrarrestarlo. Por eso intentan que la comida esté bien condimentada con especias y sal. Sin embargo, si le sumamos a nuestra menor capacidad gustativa el hecho de que la comida producida en masa está recalentada, es normal que no recordemos la comida de avión como una de nuestras mejores experiencias. Además el menú suele ser un plato bajo en proteínas y con pocas verduras, pero alto en carbohidratos y azúcar (aunque hubo un estudio que demostró que la comida rica en carbohidratos te ayuda a contrarrestar el jet lag). La buena noticia es que puedes llevarte tu propia comida, así que asegúrate de tener algo para picar que sea sano, como fruta, nueces o incluso cecina para que tu cuerpo funcione durante el vuelo transatlántico.

6. Ocio y entretenimiento

Si tienes suerte, tendrás una buena oferta de películas, series y programas de televisión a bordo. Los títulos van desde películas clásicas a los últimos estrenos, así que es probable que te pases unas horitas entretenido viendo la pantalla. Pero después de un rato, hasta la película más interesante hará que se te cierren los ojos del cansancio.

Para darte un respiro, intenta buscar otras formas de pasar el rato: lee, da igual si es en papel o en la kindle (muy útil para vuelos largos, pues ocupa menos espacio). Otra cosa que puedes hacer para romper con la monotonía es cambiar las pelis y las series por los juegos que ofrecen a bordo.

Si tienes un gusto cinéfilo exigente, no te olvides de llenar tu laptop o teléfono con lo que más te guste ¡y de meter la batería externa en la maleta de mano!

Para más información lee21 consejos para empacar la maleta de viaje

7. Levántate del asiento

Aunque resulte tentador quedarse en el asiento tirado y ver pelis durante 16 horas seguidas, no es una buena idea. Cuando volamos, tenemos el riesgo de padecer TVP (trombosis venosa profunda) por la altitud. La TVP consiste en la formación de un trombo provocado por la lenta circulación de la sangre y puede causar enfermedades mortales.

Una forma muy fácil de evitar la TVP es levantarte de tu asiento y moverte un poco. Camina por el pasillo, llega hasta la parte trasera del avión, de cuclillas, agáchate y levántate, y finalmente, ponte de puntillas y sube y baja la planta de los pies. Otra opción son los calcetines de compresión, que aumentan el flujo sanguíneo y evitan que se te hinchen. De esta forma no solo reducirás la probabilidad de padecer TVP, sino que también conseguirás que los zapatos te quepan y puedas ponértelos cuando aterrices.

8. Empaca con inteligencia

Sin duda alguna, necesitas una buena almohada de viaje para un vuelo largo

Lo primero, consigue una buena maleta o mochila, que tenga muchos compartimentos y bolsitas. Piensa qué vas a llevarte y dónde lo vas a meter. Una almohada de viaje, unos tapones para los oídos y un antifaz son los tres elementos básicos para conseguir dormir rico durante un vuelo transatlántico. Luego mete un cambio, para que te puedas cambiar durante el vuelo y te sientas limpio. No te olvides del cepillo y la pasta de dientes tampoco. Y por último, mete también una crema hidratante y un bálsamo labial, pues te ayudarán a hidratar la piel después del vuelo largo.

Dicho esto, es común que cuando viajamos adoptamos las posturas más raras de yoga para llegar a agarrar eso que necesitamos de la maleta. Por eso te recomendamos que metas las cosas que vas a necesitar en la parte superior, o en un bolsillo separado, para que no tengas que sacarlo todo hasta dar con ese tapón que te faltaba.

Para más información lee: Échale un ojo a los 10 accesorios de viaje imprescindibles

9. Planifica el vuelo

A veces puede ayudar que divididas el vuelo largo en periodos de tiempo más cortos. Por ejemplo, en un vuelo de 16 horas, necesitarás dos horas para despegar y aterrizar, ya solo te quedan 14 de vuelo. Seguramente habrá un par de comidas, otras dos horas más, por lo que te quedan 12 horas. Si contamos que duermes seis, reducimos el vuelo a seis horas. Un par de pelis y un poco de ejercicio y… ¡BOM, ya llegaste!

Si te cuesta dormir en los vuelos largos o tienes algún proyecto que siempre haz querido llevar a cabo, pero no has podido hacer aún, puedes tratar de hacerlo durante el vuelo. Por ejemplo, escribir una carta o presentación, o quizás esa novela que siempre has querido escribir… ¡no vas a encontrar mejor ocasión para empezarla!

Así que mientras todo el mundo se pelea por bajarse del avión con los ojos rojos y desentumeciéndose, tú te vas a despertar fresco como una lechuga. Pero recuerda, si la planificación te ha funcionado, no olvides aplicarla al vuelo largo de regreso.

10. Haz lo que haces todos los días

No aproveches la excusa de estar a 35 000 pies de altitud para ser un cerdo. De hecho, deberías cuidar tu higiene personal más que nunca, al fin y al cabo estás rodeado de gente en un espacio limitado. Lávate la cara (aplícate una crema hidratante, incluso si no lo haces normalmente), lávate los dientes, usa desodorante, cámbiate de ropa interior… En definitiva, haz lo que haces siempre. Te ayudará a oler mejor, verte bien y sentirte mejor cuando aterrices.

A la mayoría les choca “la hora local del destino”. Te recomendamos que en cuanto te subas al avión, cambies la hora y la sincronices con la del destino. Empieza a vivir acorde a esa franja horaria, aunque implique que te duermas en cuanto te subas al avión.

¿Quieres más ideas para inspirarte? Echa un vistazo a nuestros 9 destinos diferentes para tus vacaciones de verano este 2016. Ahora que ya tienes controlado de los vuelos largos, es hora de que dediques el tiempo a otras cosas, ¿no?